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Hablemos en nombre del ‘pueblo’: manipulación del lenguaje en el discurso de Perú Libre

  • Los términos talismán son usados frecuentemente en los discursos políticos para llegar más fácilmente a las masas. Para Alfonso López Quintás, estas palabras «primero iluminan, pero luego enceguecen». El común de las personas no se atreve a cuestionarlas por que las acepta como verdades únicas.

Por Jair Villacrez

El discurso de Perú Libre y Pedro Castillo ha logrado seducir a gran parte de la población peruana. Las razones pueden ser diversas, pero entre las principales está la utilización de ciertas expresiones o palabras que, aparentemente, tienen una carga semántica positiva. Si se cuestionaran, resultaría inadmisible y supondría estar en contra de lo que se considera «correcto», «beneficioso» y favorable» para la población.

Para los expertos en análisis discursivos, esto es lo que se denomina «términos talismán», acuñado por el filósofo Alfonso López Quintás. Se trata de vocablos, frases o expresiones que tienen el poder de prestigiar lo que se dice y desprestigiar aquello que se opone o parece oponerse.

Precisamente, uno de los términos talismán más utilizados por Pedro Castillo en sus discursos orales es ‘pueblo’. De acuerdo con la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez, todos los políticos socialistas del siglo XXI hablan en nombre del pueblo, como si se tratara de un ente con corporeidad. «Es una palabra para denominar a un colectivo de individuos de la sociedad, pero no es una figura que piense por sí misma. No es más que una palabra para aborregar a un montón de individuos en un colectivo imaginario que no existe», explica.

Álvarez profundiza, además, en la connotación que tiene ‘pueblo’. Precisa que esta palabra representa todas las virtudes de la sociedad: el pueblo es desinteresado, honrado, inocente de todos los males e infalible, pues nunca se equivoca con la persona que elige.

Como explica López Quintás, el manipulador saca amplio partido de este poder de los términos talismán, pues sabe que, al introducirlos en su discurso, el pueblo queda intimidado, no ejerce su poder crítico y acepta ingenuamente lo que se le proponga. De hecho, en contraposición de esta palabra talismán está ‘antipueblo’, es decir, todo aquel que se oponga al ‘pueblo’.

Por eso, comenta Álvarez, quienes emplean estas expresiones necesitan de otra con carga despectiva o peyorativa que la acompañe para denominar a ese ‘antipueblo’. Eso hace que nadie quiera ser o sentirse ‘no pueblo’.

Para Pablo Iglesias (España), el antipueblo era la ‘casta’; para Manuel López Obrador (México), ‘la mafia del poder’; para los Kirchner, ‘los gorilas’; para Rafael Correa (Ecuador), ‘los pelucones’; para Nicolás Maduro (Venezuela), ‘los escuálidos’; para Fidel Castro (Cuba), ‘los gusanos’, y así continúa la lista. «Y, por supuesto, todos quieren ser parte del pueblo; estar del otro lado es bastante complicado, porque son los traidores», precisa Álvarez.

Como se sabe, Perú Libre ha presentado dos documentos escritos sobre sus propuestas: uno que entregó inicialmente ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), al cual denomina «ideario», y otro que entregó posteriormente al debate sostenido en Chota, al cual denomina «plan de gobierno». En el caso del primero, la palabra ´pueblo´ aparece unas 59 veces, en un documento de 77 páginas; en el caso del segundo, se halla unas 27 veces, en un documento más escueto, de apenas 17 páginas.

La excesiva utilización de estas palabras hace que la percepción del receptor sea siempre positiva, pues no cabe la posibilidad de que se haga algo negativo contra el pueblo. Se parte de la consigna que «todo lo que se haga en nombre del pueblo siempre será bueno». De ahí que Castillo también incorpore esto en sus discursos orales, con la finalidad de pulverizar cualquier argumento que intente cuestionar alguna medida que sea supuestamente para favorecer al pueblo.

A lo largo de la historia de la humanidad, muchos de los que encabezaron revoluciones, revueltas populares o guerras han utilizado esta palabra también con el fin de llegar a las masas, para poder ejercer su influencia más fácilmente. Esta manipulación del lenguaje se ha visto, incluso, en personajes como Adolfo Hitler, causante de la Segunda Guerra Mundial.

Otras palabras que están interrelacionadas y que se repiten frecuentemente en los discursos de Castillo son ‘neoliberalismo’, ‘imperialismo’ y ‘soberanía’. En el caso del primer vocablo, aparece 35 veces en el ideario y 2 veces en el plan de gobierno de Perú Libre. En sus discursos, Castillo dice que «se acabará con el neoliberalismo». Esto en alusión al modelo económico actual, específicamente, en referencia al capitalismo, al cual la izquierda extrema sataniza por supuestamente no haber funcionado.

Esta palabra va en relación con ‘explotación’, una expresión talismán también para desprestigiar al modelo económico. Eso se traduce como abuso, injusticia y maltrato, razón por la cual siempre será mal vista. Por ello, cualquiera que esté a favor del neoliberalismo equivale a decir que está a favor de la explotación. Quien pronuncia esta palabra en su discurso tiene por finalidad poner como enemigo a quienes defiendan esa concepción. Además, eso trae implícito el odio y el repudio a la libertad.

Lo mismo ocurre con ‘imperialismo’, vocablo asociado a ‘colonialismo’. Ambas expresiones se utilizan para buscar un culpable de todos nuestros males o errores cometidos, explica Gloria Álvarez. Para ello, están Estados Unidos y España, lo dos supuestos «culpables» de nuestro sistema.

Además, se asocia ‘imperialismo’ con ‘intervencionismo’, considerando que a Estados Unidos siempre se le acusa de «meterse en los asuntos ajenos». Sin embargo, para Álvarez, esta es solo una forma de victimizare, pues a quien utiliza esta expresión le permite mostrarse como una víctima del imperialismo.

Estos vocablos, usados también en el discurso oral, logran dar un sentido de identidad y pertenencia a los «dominados» y un sentido de rechazo hacia los «dominantes». Por eso, en el discurso de Perú Libre resulta útil hablar de imperialismo y colonialismo, para responsabilizar a otros por los errores propios. Finalmente, los culpables siempre serán «ellos».

Y luego está ‘soberanía’. Esta palabra, que debería entenderse como «yo, como individuo, sobre mi propiedad privada», tiene una carga semántica tan positiva que se puede entender como ‘autonomía’ para no ser permisivo con aquel que intente intervenir en mi territorio. No obstante, Álvarez detalla que, en la práctica, los líderes populistas que emplean esta palabra talismán lo hacen con el propósito de dejar en claro que quien dirige el país, como dueño de toda la nación, puede jugar con las reglas económicas como le apetezca, mientras que los demás no tienen ninguna capacidad de decisión sobre ello.

Para Gloria Álvarez, está claro que el significado de estas palabras realmente es este: «Tú no eres el culpable, yo te voy a salvar. No necesitas hacer absolutamente nada, más que votar por mí».

Es cierto que hay varios términos talismán que se utilizan en el discurso para manipular y que también están presentes en la narrativa de Perú Libre y Pedro Castillo: justicia (social), igualdad/ desigualdad, patria y privilegio. Pero hay una en particular que llama poderosamente la atención dentro de esos discursos: ‘revolución’.

Esta palabra, si bien tiene su origen en la antigua Grecia (proveniente del latín revolutio ‘una vuelta’), ganó popularidad con la Revolución Francesa. Esta concepción de ‘revolución’ se cargó de tanto prestigio al ser asociada con la idea de ‘libertad’, precisamente porque denunciaba abusos sociales y buscaba liberarse de la sumisión a la monarquía absoluta que imperaba en Francia hacia finales del siglo XVIII.

La palabra ha tenido una carga positiva a lo largo de la historia precisamente por su significado original de cambiarlo todo, de romper las ataduras. Sin embargo, en América Latina esta palabra se ha incorporado en los discursos populistas de muchos líderes políticos que pretendían convencer a la ciudadanía de un ‘cambio’ o ‘reforma’ —palabras talismán de esta época— urgente ante lo que no funcionaba.

El ejemplo más claro es la llamada «Revolución cubana», mediante la cual Fidel Castro se hizo del poder en la isla. Precisamente, fue él quien, a finales del siglo XX, utilizaba la palabra ‘revolución’ con mucha frecuencia para promover un sentido de urgencia en el cambio y la toma del poder por parte del pueblo.

De hecho, ‘revolución’ es de las palabras más usadas también por Castillo y los integrantes de Perú Libre. Algunas de sus propuestas van en relación ello: cambiar el modelo económico, la Constitución (a través de una Asamblea Nacional Constituyente) y varios órganos del Estados (el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo). Incluso, en el ideario, esta palabra aparece 15 veces, y una de estas apariciones es en el capítulo dedicado a educación, tanto básica regular como superior. Aquí hay algunos ejemplos:

«El Partido necesita en su dirigencia, como el gobierno en sus funcionarios públicos, políticos altamente técnicos y técnicos altamente políticos, ninguna de estas dos cualidades debe estar divorciada de la otra, deben estar concatenadas, para que pueda marchar la maquinaria revolucionaria».

«No se necesita formar tecnócratas que no mediten al servicio de quién ponen sus servicios, necesitamos revolucionarios que conduzcan sus esfuerzos profesionales al engrandecimiento de la patria».

«… un currículum que forme ciudadanos con identidad nacional, autoestima, solidarios, dignos, íntegros, autónomos y revolucionarios».

Aparentemente, esta palabra no tiene ninguna connotación negativa, al contrario, se puede percibir con la idea de «espíritu revolucionario», que quiere cambiar las cosas que funcionan mal en favor de la sociedad. Pero, para Gloria Álvarez, esta concepción está relacionada con la violencia. «Cuando hablan de ‘revolución’, se refieren a la cosa más antigua y menos innovadora del mundo: coger una pistola y matar al que piensa distinto a ti. Estos tipos se refieren a muerte, a agarrar la justicia con tus manos y que corran los ríos de sangre, que creas que lo que tú te mereces es a costillas de atropellar los derechos individuales de los demás», comenta.

El uso de los términos talismán se han vuelto cada vez más necesarios en los discursos políticos, justamente para seducir a las masas, las cuales no tendrían por qué cuestionar las ideas, puesto que todo lo que se propone es bueno para el pueblo. Como ya se ha visto, estos términos también han sido empleados por aquellos políticos socialistas que buscaron llegar al poder —aunque fuese por vías democráticas— mediante la manipulación de la gente.

Ya se sabe que, en política, no hay coincidencias. Y, como dice el propio López Quintás, hay que tener mucho cuidado con los términos talismán, pues «primero iluminan, pero luego enceguecen».

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